Todos sabemos que las ideas se materializan en palabras. Muchos de nosotros, tenemos como materia prima al lenguaje en todas sus dimensiones.
Nuestras
herramientas se acotan a un lápiz o un ordenador, y con ellos entre los dedos,
armamos nuevas realidades, creamos conocimiento, vendemos, provocamos deseo,
construimos y destruimos con y sin piedad también… Porque a diferencia de otras
profesiones, el poder con el que contamos (todos incluidos) es ilimitado. Sin
presumir de "superhéroes" –nada más lejos de ello –existe una raza de amasadores
de palabras (si se me permite la analogía), que ansía formar parte de un
selecto campo de poder: el de los escritores –entendido como aquel sujeto que
dedica sus esfuerzos a la escritura creativa, consciente, original y algo (mucho)
más también –. En este sentido, los concursos literarios vienen a ser como la
lotería: la posibilidad está, que lo ganes, casi imposible. Un post aparte
merece hablar de este tipo de concursos, pero lo cierto es que, quienes no
escriben no se imaginan ni remotamente el trabajo que esta actividad exige: desde
concentración, dominio de competencias específicas, conocimiento temático –por nombrar
solo algunos pocos y no aburrir –. Si a esto, además se le suma que hablamos de
escritura creativa, saltar la muralla China puede ser una buena comparación. Más
allá de esta consideración, la intención aquí no es abrir un espacio de
lamentos, todo lo contrario. Porque quienes escriben, necesitan ser leídos.
Por la profesión y otras deformaciones y vicios, he rondado
los talleres de escritura y de lectura. He leído mucho y corregido bastante, he
escrito poco y nada. He participado de concursos (creo que fueron dos) con resultados
esperables: nada. Sin embargo, como El corrector líquido es un espacio
destinado al uso del lenguaje, principalmente a la lengua escrita, me siento en
la obligación seudomoral de hacerme cargo de esta otra parte: la construcción
de un texto ficcional.
Sin dilatar la cosa, la propuesta es que quienes deseen ser leídos por un lector experto, envíen sus textos,
y desde el conocimiento (profesional, amateur, el gusto o la moda) nos leamos y
construyamos ese lugar inaccesible para muchos de nosotros.
¿A dónde? Pueden enviar sus textos en PDF a
elcorrectorliquido@gmail.com
¿Cuánto? Como inicio, podemos pensar en relatos breves, que
no superen los 1000 caracteres.
Luego
de una primera revisión que asegure que no se trata de material ofensivo y que
responde al objetivo de este espacio, la propuesta es que una vez por semana se
publique en el blog El corrector líquido con nombre del autor. Quienes lo
deseen podrán comentar acerca del texto que se publica a modo de “taller
literario”.
Aquí, un primer mojón. Próximamente, dedicaré unas líneas a este género tan atractivo como lo es la ficción hiperbreve.
El lector
No hizo más que leer,
deseando ser escritor. Leer y leer y buscar lo nunca antes contado. Tuvo pilas
de ideas que ahí mismo se amontonaron. Cuando aparecía una, iniciaba ese trágico
camino a la decepción: ya estaba escrita.
Llegó un día en que
no. Miró por allá, hurgó por aquí, rastreó y rastrilló.
Nada. Esa, no estaba.
Al tiempo que
escribía, recortaba. Que este adjetivo sobra, que no tiene la fuerza que se
necesita, que confunde al verbo, que la conjunción parte, rompe, estropea.
Finalmente, lo
consiguió. Ocho líneas de perfección.
Cuando lo publicó, lo
acusaron de plagio.
C.V.
Evidentemente, no es tan fácil la cosa esa, la de ser escritor, ¿verdad? De todos modos, siempre es un placer escribir y ser leído, aunque sea, por unos pocos buenos amigos :-) Eso, solo eso, a uno le llena el alma.
ResponderBorrarEs verdad, Verónica. Incluso yo, que no me considero escritor -ese es un nivel que me supera-, he experimentado esa satisfacción de expresarte y saber que alguien te ha leído.
ResponderBorrarEs como sentirse un poco menos solo.
Cecilia, escribes muy bien, es un placer leerte y tu idea muy interesante.
ResponderBorrar¡Mucha suerte!
Gracias. Como he leído por allí :), internet es un Aleph: un laberinto donde todos los días nos encontramos y nos perdemos, y hallar un lector de lo que uno escribe... pues vaya, a veces es difícil. Aunque sea uno cosecharemos! Solo hay que animarse. Saludos.
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