domingo, 3 de agosto de 2014

Para explicarse mejor…

"-Qué boca tan grandes tienes, abuelita-
-Es para explicarse mejor-"


No lo dijo el lobo, disfrazado de abuelita, pero bien podría haberle servido para que la ingenua Caperucita se diera cuenta de lo que estaba por suceder. 
La explicación, también llamada exposición, forma parte del repertorio textual. Como característica suprema, los textos explicativos (científicos, de divulgación científica, instructivos, entre otros) poseen la objetividad en oposición a su archienemiga, la subjetividad, reina absoluta y absolutista de la argumentación. Todos sabemos qué es explicar, el problema surge cuando lo tenemos que hacer por escrito, puesto que la claridad es otra de sus virtudes.
Sin dilatar el tema, la cuestión es que existen algunos recursos que colaboran con el fin de una exposición: aportar datos o determinar procesos -con sus causas y consecuencias- de forma clara, para que quien no conoce del tema, lo entienda, y además, objetivamente pues a nadie le importa nuestra opinión al respecto.
Hoy nos dedicaremos a hablar de dos recursos explicativos básicos: la ejemplificación y la definición.
 El recurso de la definición consiste en introducir, como su nombre lo indica, definiciones de aquellos datos que se nombran en el texto y que son funcionales al resto de la explicación. Parece tonto, sin embargo, muchas veces existen distintas definiciones sobre algo, y nuestro lector debe saber qué entendemos nosotros por X. 

Miremos este fragmento:
Acá, el autor, escribe acerca de la narración. Y, por si no se sabe, marca la diferencia entre un cuento y una novela, definiendo al primero. 


La ejemplificación consiste básicamente en mencionar casos concretos acerca de lo que se esté hablando. Esto servirá para que el lector se pueda hacer una idea mental ya que puede ser que conozca los casos nombrados pero que no los identifique como tal. Veamos: 

En este caso, se marcan ejemplos de textos que se incluyen en la categoría de "narrativos". 

Saber explicarse, ya sea por escrito u oralmente, puede no ser una tarea tan compleja si se tienen en cuenta algunos tips. Pero también puede transformarse en un terreno pantanoso si no se guía al lector adecuadamente y de forma ordenada. 
Próximamente, se abordarán otros recursos, quizá con un grado mayor de complicación, pero que son realmente valiosos al momento de encarar con éxito una exposición. 






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